Pilar López Ávila: la druida que convierte bibliotecas en bosques.

Aquello, de bosque, solo tenía el silencio, o eso pensaba yo. A mis ojos, en realidad, no era un bosque porque la druida, aún por llegar, no había sacado los pájaros de su maleta, y porque a los libros de los estantes no les habían crecido las ramas. Los niños no habían echado raíces y por las cortezas del cuento aún no subían las hormigas.

Tenía, sí, de bosque —aquella biblioteca— las columnas y la luz y la brisa que entraba por las ventanas y, lo más importante, la promesa de una druida. Llegó primero la maleta y después ella y, tras ella, su voz, como de canto rodado arrastrado por la corriente fría. Temimos todos por su voz, pero nadie por su maleta, que rebullía de trinos y gorjeos; de piñones, cuchicheos y serreos; ululares, trisados y ajeos; de gañidos, chirridos y cantaleos, y que presagiaba, con ese festival contenido entre sus cuatro paredes de cartón, el fin de ese silencio que yo al principio había considerado algo propio del bosque. Y nada más lejos.

Tras ella entraron los niños y las niñas que habían venido, no a escucharla, sino a asistirla en su ritual-conjuro en virtud del cual convertiríamos aquella biblioteca de barrio en el bosque prometido. Y en seguida, nada más ocupar sus asientos, sus pies minúsculos enraizaron como se arraiga un poema al surco labrado en soledad, a la tierra que amalgama las piedras de un brocal, al manto que cubre los restos de una despedida.

Enraizados los niños, la druida tomó el primer libro entre sus manos, y comenzó, con una voz que ahora era de corcha arrastrada por sobre un lecho de pinas, a desplumar poemas de pájaros inventados que siempre habían existido en el corazón del bosque: el Aburrillo Despeinao, el Kokorikó, la Yaya, el Elegante del Paraíso…

Sus cantos y sus magias se fueron esparciendo por el bibliobosque, ya en plena transformación, y los ojos de los niños y las niñas sujetaban en vilo los versos cuando las corrientes los soltaban sobre sus cabezas.

Y al cabo del Avecedario, ya habíamos pasado del bibliobosque a la bosqueteca. La maleta de la Druida yacía espanzurrada sobre una mesa escolar, vacía de trinos y pájaros, como una bóveda volteada por un terremoto. El Aburrillo se posaba en el hombro de un niño; el Elegante del Paraíso se embelesaba mirando su reflejo convexo en las pupilas de una niña; el Kokorikó vigilaba desde la ventana la venida de las nubes de las siete de la tarde.

Poco antes, la druida conminó a los niños y las niñas a que buscaran su rincón en el bosque y crearan su único y verdadero pájaro inventado. Y fue un espectáculo verlos arrancarse las raíces, desarraigarse como árboles milenarios empujados por el fuego a las afueras de sus lindes. Y consagrarse, como si no tuviera sentido hacer ninguna otra cosa, a ese acto gratuito de imaginar e inventar.

Y así nacieron el pájaro hilo y el pájaro sueño; el pájaro sol y el pájaro flor; el pájaro libélula y, cómo no, el pájaro caca. Y los niños y las niñas, listos ya para la partida, se demoraron unos minutos más para mostrar a sus padres y madres, y para el resto de animales que tuvimos la suerte de estar en ese momento en el claro del bosque, sus creaciones, y recibir de nosotros un aplauso que fue bramido y siseo, rebudio e himplido, berreo y ronquido.

Marcharon los niños y las niñas con sus pájaros inventados; marcharon los padres y las madres; marchó la maleta y, dentro de ella, los trinos y los ululares y los graznidos y los gorjeos, y, agarrada a ella, la druida, con su voz que ya era como el rozar del cantueso contra la ortiga. Poco a poco los libros recogieron sus ramas; las hormigas abandonaron, en procesión, la corteza del cuento; y la biblioteca, libre al fin del conjuro, se quedó vacía en medio de su barrio, preñada de un silencio que, ahora era consciente, nada tiene que ver con el silencio del bosque.

Libros Como el Viento es un taller de lectura infantil del Ayuntamiento de Badajoz, coordinado por el Centro de Estudios Literarios Antonio Román Díez. Su acceso es libre y gratuito a todos los niños y niñas de la ciudad. Para estar informado, síguenos en esta página.

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